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El tiempo.



El hombre no vive más que en el presente, que
huye sin remisión hacia el pasado y se abisma en la
muerte. Salvo las consecuencias que pueden refluir
en lo presente, y que son obra de sus actos y de su
voluntad, su vida de ayer está por completo muerta,
extinta. Por eso debiera ser indiferente para su razón
que ese pasado estuviese hecho de goces o de penas.
El presente se escapa de su abrazo y se transforma
sin cesar en pasado; el porvenir es por completo in-
cierto y sin duración...lo mismo que desde el punto
de vista físico la marcha no es más que una caída
siempre impedida, así también la vida del cuerpo no
es más que una muerte siempre suspensa, una
muerte aplazada, y la actividad de nuestro espíritu
sólo es un tedio siempre combatido... A la postre es
menester que triunfe la muerte, porque le pertene-
cemos por el hecho mismo de nuestro nacimiento, y
no hace sino jugar con su presa antes de devorarla.
Así es como seguimos el curso de nuestra vida con
extraordinario interés, con mil cuidados y precau-
ciones mil, todo el mayor tiempo posible, como se
sopla una pompa de jabón, empeñándose en inflarla
lo más que se pueda y durante el más largo tiempo, a
pesar de la certidumbre de que ha de concluir por
estallar.

Arthur Schopenhauer

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1 comentarios:

Tero dijo...

EXCELENTE!...no sabia que gustabas de estos autores viscerales, que se animan a tocar los temas que no dejaran nunca de estar presentes, por h o por b, en el pensamiento de los hombres.

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