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El coraje de no ser otro, que uno mismo.

Intentan que salgamos como salen las galletitas de un paquete, todas del mismo tamaño, color y sabor. Hacen que las necesidades y los deseos sean los mismos para cada uno de los que jamás seremos iguales. Quieren que caminen todos por la misma senda, que todos lleven el mismo andar en su caminar, que sonriamos y seamos todos iguales ante la alegría. Pretenden que las lágrimas caigan con la misma curva cuando los rostros son distintos. Arman cronogramas de vidas, imponiendo deseos que puede que jamás sean cercanos a los que muchos quieren para sus vidas. Pretenden que hablemos de la misma manera cuando no todos pasaron por los mismos diccionarios. Debemos ser, y luego parece que deseamos ser eso que debemos ser. Naturalizan nuestra forma de ser cuando no dejan el espacio a interrogarse, a decidir y sobre todo a dejar que se animen a ser a su modo, a lo distinto del molde. Plantean lo distinto como lo anormal, por ende lo que debe ser expulsado, cuando justamente el sabor de lo humano se encuentra en la distinción. En la diversidad podemos encontrar y aprender.
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Pero entonces no tiene sentido que de lo distinto se defiendan o sean atacados unos entre otros por sus distinciones o sus desigualdades. Es mas fácil acercarse y preguntar que es eso raro que es para mi pero que para el otro puede ser tan común como mi pregunta. Nos plantean el temor a lo diferente, cuando deberíamos de estar horrorizados por la posibilidad de terminar siendo todos iguales. ¿Cómo seria despertar al lado de alguien igual? Ir a trabajar y que el que esta al lado o enfrente nuestro sea igual a nosotros, por lo que haría que las conversaciones sean simplemente cortas, y exista solo la concordancia. Plantean que lo importante es un estilo, y no tener estilo propio. Plantean llegar a una butaca, y no buscar la propia butaca y que lo importante es animarse a entrar a la sala. Se hace fácil entonces entrar a la sala, ya que las butacas serán todas iguales, siempre que nos sentemos todos de la misma manera. Plantean la universalidad de los sentimientos, cuando seria muy pedagógico animarse a sentir las distintas posibilidades de emocionalidad que un humano puede vivir y palpar en el interior. Ahora es muy probable que en el interior lo sientan, pero lo mas probable también es que las expresiones terminen siendo todas las mismas, a pesar de las incongruencias que puedan conllevar con el sentir interior. Dicen que nos conviene hacer, y luego nos preguntan si nos parece bien eso que nos conviene hacer. Por seguridad dicen que es mejor pisar en las mismas huellas que piso el último que camino por el sendero, sin contar la sensación que tuvo el primero en marcar esas huellas, pero siempre contando lo bien y tranquilo que la vivió el ultimo que camino por ahí. Animarse, en eso consiste. Perderle el temor a la diferencia. Aparecen entonces los locos y los no locos. Los que comparten una manera de ser que por tener el poder de la masa, logran apartar a los distintos, sin pensar en la posibilidad de darle un lugar, ya que paradójicamente son distintos y los lugares no deberían ser solo para los “comunes”. ¿Será entonces que los comunes son los que no se animan a vivir su propia diferencia y llevarla a cabo? ¿Será que solo tiene coraje el loco de decir sus locuras? Y puede entonces que el reírse del distinto sea la manera mas básica de los comunes, para defenderse del miedo a decir lo que realmente siente y piensan. Si me planto como distinto a vos, podría ser que vos no me aceptes, por ende, mejor armemos un código mutuo donde los dos consigamos la seguridad, y el otro no vea la diferencia ajena y así no se asuste. Todo porque la diferencia pareciera que pasa a ser sinónimo de enfermedad, de rechazado, de algo mas que diferente. Seria mas fácil si simplemente se planteara la diferencia como justamente lo plantea el concepto en si, algo no igual a…algo que por ser distinto en su esencia, por ser diverso en su fabricación, jamás será igual al próximo producto. Y eso que muchos gastan la vida por ser lo que otros son, y llegado el momento nunca se animaron a demostrar lo que realmente sentían cada noche que apoyaban la cabeza en la almohada. Para los que no se animan o no les dan el lugar al coraje de ser distintos, de aceptarse para luego ser aceptados, invito a que se animen, a que sepan que ese animarse asusta, ese camino conlleva angustias y alegrías, trae tropezones y vaivenes emocionales. Trae muchas cosas que en el prejuicio muchos dirían que prefieren actuar lo mas creíble posible un personaje. Pero en el momento de ver que todo eso que trae es real, es de verdad humano, a comparación a las sensaciones que el personaje compartido conlleva, que por personaje ya da lo que se puede y no se puede sentir, muchos seguramente duden y piensen que es mejor animarse a sentir lo real de uno antes que vivir placeres artificiales. Robo cita de un autor “levemente pesado”, quien dice que no busca los placeres, si no la felicidad, porque los placeres sin felicidad no son placeres. Pues agrego a eso que la felicidad no es felicidad sin el coraje de encontrar la propia felicidad y no la esperable. Encontremos la propia felicidad sin molestar la ajena y seguramente encontraremos los propios placeres sin molestar los ajenos. Vivir con coraje no es lo mismo que tener el coraje de vivir.

20-12-2009

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